El 1 de febrero es el día mundial del galgo, pero a la vez es el mes en el que comienza su tortura. Con este mes, concluye la temporada de caza y muchos de estos bellos animales son torturados, ahorcados o, en el mejor de los casos, abandonados. Y esta es su única esperanza, pues solo en este caso podrán tener una segunda oportunidad. Ayer vi el documental “Febrero”, primer documental producido por Waggingtale Films y estrenado el pasado año. Plasma la realidad del galgo en España. La caza de la liebre, práctica común en zonas rurales, especialmente extendida en Andalucía o Extremadura, expone a estos canes a una vida de miseria y crueles entrenamientos. Un sufrimiento que se extiende durante tres años, pues casi ninguno supera esa edad cuando son abandonados o ejecutados.
En España hay medio millón de galgos cazadores federados cada año y de ellos un 10% desaparece de este circuito cada temporada, estima Cristina García, de Galgos sin fronteras. ¿Dónde acaban esos 50.000 perros? Según el informe sobre abandono de animales en España de 2010 elaborado por la Fundación Affinity, el 10,4% de los animales abandonados en nuestro país fue debido al fin de la temporada de caza, aumentando esta cifra en Extremadura donde alcanza el 30,4% o el 21% en Castilla La-Mancha.
Varias ONG como SOS Galgos o Galgos Sin Fronteras han pedido mano dura al Seprona de la Guardia Civil, que muchas veces hace la vista gorda, y ha calificado incluso de “leyenda negra” este salvajismo. Sin duda, ese maltrato existe y es aberrante. De hecho, estas palabras indignaron tanto a estos colectivos que durante meses, PACMA, el Partido Contra el Maltrato Animal, decidió reunir pruebas que demostrasen que el abandono y el maltrato de los galgos no es un caso excepcional. Y así, en poco tiempo, reunió 50 casos de galgos mutilados o asesinados con violencia por sus dueños. Galgos abandonados en condiciones deplorables, otros quemados, atropellados, ahorcados e incluso despellejados para arrancarles el chip de identificación. Otros, directamente, mueren de inanición o por ahogamiento en el fondo de algún pozo profundo.
En 2011, según datos publicados en la Memoria de la Fiscalía General del Estado, solo hubo 309 procesos judiciales, de los que 267 quedaron archivados. Las sentencias condenatorias por malos tratos a animales domésticos fueron 32 y el resto de los casos concluyeron con sentencias absolutorias. Durante 2013, según la Sociedad Protectora de Animales y Plantas, solo en siete albergues de protectoras de la Comunidad de Madrid, se recogieron más de 1.000 galgos. El Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil (Seprona), en cambio, dejó en tan solo 53 la cifra total de galgos abandonados en toda España durante ese mismo año. Por tanto, los miles de galgos que recogen las protectoras, ¿no existen a ojos de la Guardia Civil?