Equo convoca al Parlamento Europeo a ecologistas, animalistas y ganaderos para debatir sobre la vinculación entre el consumo de carne y el cambio climático.
¿Pueden un antiespecista y un ganadero sentarse a debatir sobre el futuro del mundo? ¿Pueden ecologistas y animalistas encontrar los puntos en común que les han sido esquivos durante décadas? Si alguien ha conseguido reunirlos es el eurodiputado por Equo Florent Marcellesi, sensible a las condiciones en las que viven los animales destinados a la industria alimentaria y apremiado por la inminencia de un cambio climático cuya causa principal es el consumo de carne: “Nos queda poco tiempo y no podemos trabajar solos”, explicó Marcellesi en el Parlamento Europeo.
Había convocado en Bruselas a voces tan diversas para empezar a buscar unas soluciones que son extremadamente urgentes, tanto para luchar contra el calentamiento global como para defender los derechos de los animales. Hacen falta soluciones y hacen falta estrategias conjuntas, como él mismo viene hace tiempo alertando.
Para iniciar este complejo camino de soluciones “prácticas y reales”, Marcellessi puso sobre la mesa europarlamentaria el consumo de carne, pues resulta imprescindible empezar a concienciar a los consumidores y a los sectores implicados sobre las consecuencias de sus hábitos y de sus actuaciones: aproximadamente un 18% de las emisiones de gases de efecto invernadero proceden de la ganadería, apenas superado mínimamente -para que nos hagamos de una vez por todas una idea cabal- por las que produce el uso de coches y aviones. Solo en metano, la ganadería emite un 37%: más que las explotaciones mineras, el petróleo y el gas natural. Son datos que no aporta el activismo más radical, sino la mismísima FAO (Organización de las Naciones